Desde que tengo memoria tengo diario. Es decir, escribir, dibujar y documentar la vida ha sido siempre importante en mi historia. Veía a mi pare siempre con libreta en mano, documentando sus ventas, los precios de las mercancías y escribiendo notas sencillas.
Mamá siempre tenía papeles a la mano, anotaba la lista de compra, algún recomendado de la radio o algo importante por hacer. Mi abuela escribía hasta en los muros. En su habitación estaba la libreta con números de toda la familia, algunas memorias y las cifras que usaba en el juego de azar.
Ya en la escuela a mi lo que me importaba era escribir lo que pasaba cada día, decorar cada cuaderno y enmarcar el inicio de cada term con colores y formas que le dieran gracia a esos temas que tantas veces no entendía. En la universidad igual pero ahora más enfocada en el contenido, en la reflexión y en el conocimiento.
Con la curiosidad por el arte como compañero de vida, las formas abstractas que me permitía la escritura se trasladaron luego a la fotografía, al video y a la instalación. El celular se convirtió en el contenedor de mis archivos y en la manera más fácil de documentar el aquí y el ahora para conservar el pasado y volver a él cuando quería. Pero no era suficiente y entonces regresé a la libreta, al diario, a la mirada reflexiva y análoga de los días.
Cada inicio de mes, cada acontecimiento importante, cada marea, cada caída, todo en un manojo de papeles que luego se volvieron insostenibles de mantener con mis andanzas.
Cursos de journaling, libretas especiales para journaling, journals en todos los tamaños y colores. Journals que aún conservo, journals que quemé, journals que regalé, journals que ya no quería más.
Journalear es parte de mi vida, esencia, memoria y cultivo de la creatividad, por eso sin ellos no puedo pensar mi vida o cualquier cosa que haga.
Entonces creé un journal para hacer algo que amo hacer: enseñar español. Enseñar un idioma, pero sobre todo, compartir cultura y enaltecer la diversidad.
En 2021 conocí en el oeste de Uganda una región llamada Fort Portal, tierra de cráter lakes y los paisajes más bonitos que conozco en este país.
Llegué hasta Ndali (un corregimiento a unos 27km de la ciudad) donde me encontré Sadghuru School un proyecto educativo del que quise ser parte desde el día uno. Donde docentes y estudiantes tienen una experiencia corporal y espiritual como base del currículo educativo.
Junto con su directora y mis posibilidades de viajar desde Kampala cada tanto para vincularme al proyecto, nació mi primer journal, que es en realidad la columna vertebral de un proceso educativo que vincula el español, las culturas latinas, la creatividad, la meditación, el yoga y la alegría.
Spanish speaking countries Passport es un journal de 36 páginas que simula un pasaporte real (con página principal para la información personal, foto incluida) y hojas destinadas a diferentes temas que considero, nos permiten acercarnos al idioma español sin una estructura rígida y en cambio un abrebocas a la curiosidad por otras lenguas, culturas, tradiciones y formas de entender el mundo.
Siempre recuerdo el lema de una de las escuelas en las que trabajé “no enseñamos sólo un idioma, enseñamos cómo aprender idiomas” y entonces en eso me basé.
Durante el primer semestre del 2022 viajé a la escuela por lo menos 10 veces para ofrecer, como actividad extracurricular, los días viernes, una sesión de una 60 o 90 minutos de español.
Los estudiantes se acercaron un poco a la cultura latina identificando los países que hablan español, algo de su vestuario y música. Aprendieron palabras claves para su nivel básico y completaron el “vocabulario de expresiones hermosas del español” con algunas palabras que ellos estaban interesados en conocer.
Realizamos una videollamada con una de mis amigas en Latam, que intercambió el vocabulario de comida y animales a través de Zoom. Recortamos la distancia y reconocimos que hay tanto matoke en Colombia como en Uganda; sí, que la humanidad es nuestro factor denominador y que la curiosidad no debe agotarse.
Yo viajé, los estudiantes también. Por eso un pasaporte y con él la reflexión y resignificación de los elementos castrantes que la burocracia crea para privarnos de la oportunidad de atravesar las fronteras.
Si bien ya tenía indicios, este proyectó me permitió reconocer la enseñanza en otra dimensión. Más ajustada a las necesidades del grupo que recibe el conocimiento, más bondadosa con el territorio y menos rígida y establecida.
Fue para mi un honor crear esta experiencia que está ahora al alcance de más niños y niñas que quieran acercarse al español y aventurarse a viajar un poco por las culturas de los países de este idioma.
¿Listos para viajar?
Aquí puedes ver un poco en qué consistió esta experiencia: